HISTORIA Y ARTE DE STA. Mª DE LARA

SIGLOS VI - VII (RESUMEN)

Sta. Mª de Viñas, aceptamos, fué planeada y ejecutada durante la dominación visigoda, comenzada en España en el año 411 y acabada en el año 711. Pocos años para el desarrollo de un pueblo nómada y guerrero que, tras largas peregrinaciones, halló su definitiva casa y sepultura en España. Pocos fueron, en efecto, e intranquilos, sin embargo los visigodos fueron empujados por la inercia creciente de la historia y de la cultura, y sus eficaces fermentos mantuvieron vivo el "hispano-visigoticismo" hasta finalizado el S. XI. 

 

Podemos decir y probar que el Cid, Rodrigo Díaz de Vivar, fue uno de los últimos caballeros hispano-visigodos. Su concepto de la vida, de la fé, de la sociedad, su propia firma, están cerca del alma goda.
Sta. Mª de Viñas, es un testimonio de la progresión cultural del pueblo venido de Escandinavia; esta, es obra de su madurez, dentro de su esfera cultural, y esto sucedió a finales del S. VI.
Este nivel artístico coincide con el componente religioso. Hasta el año 586, el Estado Godo era oficialmente arriano, pero en el Concilio IV de Toledo con el rey Recaredo, tomó el cristianismo como creencia de los visigodos.
Sta. Mª de Viñas es un templo católico, y los detalles de su expresión coinciden con el catolicismo pensante y actuante de la Iglesia Toledana.
El nombre de Dª Lambra, escrito en el capitel de la columna derecha del arco triunfal, significa la aceptación del canon XIX del Concilio de Mérida, año 666, que obligaba a recordar los nombres de los constructores de la iglesia y  lo harán dentro del altar. Este es un buen dato cronológico en el que se construyó el templo. También lo son la plasmación en la piedra de algunos pensamientos y alegorías de los libros de los grandes obispos de esta dominación - San Isidoro y San Ildefonso-. Fundándonos en la arqueología y adornos del templo,  debe ser datado en los años finales de la séptima centuria.
Nos encontramos ante un templo visigótico; una parte vemos y otra adivinamos; por sus excavaciones apreciamos una construcción de 23,27 m. de largo - desde el ábside a los pies - y 21,81 m. - en los brazos del crucero -. Hoy solo se conserva de la primitiva mole parte de la cabecera, con una anchura de 12,36 m. y una largura de 10 m.
Sta. Mª de las Viñas fue un templo basilical, compuesto de nave central, crucero y dos naves laterales, en las que se habilitaron dependencias exigidas por la liturgia isidoriana o visigoda. 
Las carcterísticas principales en las construcciones que los maestros godos empezaban al azar en sus iglesias, son sus limitadas proporciones y su penumbra, así como el empleo del arco de herradura y la sillería. 
Penetrando en el templo por la puerta abierta en el ángulo sudoeste, la cual es adintelada y construida en el primer momento, observamos que en el interior los parámetros se rasgan con vanos de varios tipos.

Hay cuatro saeteras, nombre que merecen las cuatro ventanitas rasgadas y abocinadas. Vemos una en el fondo del ábside, otras dos en la misma dirección y otra abierta al mediodía. 
 Hay otras dos puertas adinteladas y dos arcos de herradura bien conservados, que son una lección de la maestría de sus ejecutores. 
El arco triunfal que abre el acceso del crucero al altar, se apoya en dos columnas de mármol de Espejón, supuestamente procedentes de alguna edificación romana. Sobre ellos se encuentran los capiteles y luego el arco propiamente dicho, compuesto de once dovelas apoyadas en sendos salmeres.
En la cabecera de Santa María de las Viñas hemos de distinguir dos espacios fundamentales: el ábside y el crucero, en términos litúrgicos el presbiterio y el coro respectivamente.
La escultura del arte hispanogodo acostumbraba a tallar las figuras en los sillares de sus obras. El monumento de Santa María de las Viñas tiene como su mayor encanto sus cuadros tallados en piedra escuetos y sencillos. Tanto en el exterior como en el interior una serie de adornos embellecen la piedra. Por la parte exterior tres frisos recorren el testero del ábside y dos el resto de los lienzos. Dentro de la iglesia es el arco triunfal el más adornado.
Debemos realizar el recorrido visual de estas hileras de encaje con suma atención, ya que en cualquier detalle puede encerrarse el mensaje de los artistas.
En la puertecilla del ángulo sudeste en el friso inferior contemplamos zarcillos de vid, dos de ellos unidos con tres junquillos. Los zarcillos avanzan con la ondulación que piden sus tallos formando marcos circulares en los que se incluyen racimos, una hoja pentalobulada o una flor de cinco pétalos. En el ángulo nordeste aparecen dos veces unos arbolitos de tres o cuatro pares de ramos.
Llamaremos friso intermedio al que corre sobre el descrito anteriormente, ya que hay otro superior en la pared este del ábside. En él se prescinde de los zarcillos y acepta dos simples sogas que se entrecruzan y forman círculos tangentes, llenando el espacio que daba al exterior de los círculos con hojas trilobuladas, incluyendo dentro de ellos figuras de aves en movimiento.
El friso superior, que sólo recorre la parte del testero, tiene por original en el contenido de los diez círculos, animales cuadrúpedos en movimiento, que parecen toro, oveja, tigre, hipocampo o caballo marino. 
Penetrando en el interior, lo primero que atrae nuestra atención es el arco absidal. Todo su frontal esta decorada con los elementos aparecidos anteriormente. Hay dieciséis róleos de zarcillos de vid, que encierran racimos, hojas y aves alternativamente.
Por primera vez nos encontramos con iconografía humana en los bloques que hacen de capitel sobre las columnas del arco. 
En el de la derecha se representa dentro de un clípeo el sol con  lenguas de llamas saliendo de su poblada caballera; el escudo lo sostienen cuatro manos de dos ángeles de largas túnicas y alados; un nimbo rodea su cabeza y ambos observan a los espectadores. En la parte inferior aparecen una palma y una cítara.
En la parte izquierda, también dentro de un clípeo, está la luna. Sobre la cabeza de ojos de almendra, se ve una luna creciente y contornada. 
Piadosamente  recogidos en el ábside hay otros dos bloques. En uno de ellos aparece una grave figura con corona, que sostiene en su mano derecha una cruz colocada sobre un báculo. Un ángel pone su mano sobre la cabeza del personaje, mientras el otro ángel sostiene otra cruz en su mano derecha. 
En el otro capitel hay un personaje central al que escoltan dos ángeles. 
Nos detenemos ante otros dos bloques, también en el ábside, y por tanto fuera de su primitivo sitio; en cada uno aparece un personaje de amplia cabellera y con un libro en sus manos; ambos lo apoyan en su pecho, y uno de ellos levanta la mano derecha.
En el muro sobre el arco triunfal se encuentra el tercer bloque, que, por su colocación, representa a Cristo 
En la parte superior del capitel de la columna derecha hay una inscripción, en la que el artista al hacer el encuadre del relieve del sol, dejó un espacio más ancho que en la parte inferior con intención de grabar una inscripción con el fin recordar a los fieles el nombre del patrocinador del templo:

OC EXIGUUM EXIGUA OFF D O FLAMMOLA VOTUM

Yo, la pequeña Lambra, ofrezco a Dios este pequeño don.
Al exterior, en el friso central del testero del  ábside, vemos tres anagramas:

 
    F                 D             F
A + N         A + N       R + N
    L                 L             C


Las  opiniones en cuanto a su significado son muy diversas.
 

Bibliografía:
Academia Burguense de Historia y Bellas Artes
Institución Fernán González